A continuación os dejamos los testimonios que algunos peregrinos de ediciones anteriores han tenido la amabilidad de hacernos llegar.
- Ana Langa (Camino 2004)
- Almudena Paret (Camino 2010)
Yo fui al Camino en 2010 sin muchas ganas, porque iba prácticamente sola, llevaba 2 años yendo a catequesis de confirmación, pero de mi grupo solo iban mis catequistas y una chica con la que no me llevaba mucho. Iba con muchas ganas, porque siempre había querido hacerlo, pero con mucha pereza por que iba prácticamente sola. Pero no sabía que lo que sucedería, sin darme cuenta es que el Señor todo lo hace nuevo, y ahí empezó mi cambio. Mi rodilla no me dejo hacer el camino completo, casi no hice nada, así que fue un bajonazo porque no veía el sentido de estar allí sin poder hacer el camino. Años después me daría cuenta que hacer el Camino de Santiago no es simplemente andar, es encontrarte a ti mismo, es acompañar a los peregrinos, es rezar por ellos, es estar bien para cuando ellos vuelvan cansados de la marcha darles ánimos y estar allí para darles la bienvenida.
Aparte de encontrarme a mí misma, el Señor me ofreció personas increíbles que conocí allí, tanto en las pocas marchas que hacía como los días que iba en autobús. Recuerdo con mucho cariño a Raúl del Olmo, por aquel entonces seminarista. Estuve una marcha entera dándole la lata con preguntas sobre la Iglesia y cosas que no me convencían mucho, yo creo que él inicio mi cambio. Allí conocí a Ana Bedia y a Patricia Muñoz con las que hoy me une una gran amistad, y muchos momentos empezando por el Camino. Y recuerdo con mucho cariño a Lucía López porque ella siempre me animó y me sacaba mil sonrisas los días que estaba de más bajón, y a Marta y Sandra a las que conocí allí y que siempre me animaban. Con Sandra compartí muchos momentos en el bus de “lisiados” y muchas risas.
Y por supuesto con mi hermana Carmen y con mi madrina Rocío, porque ellas eran las primeras que venían a darme un achuchón cuando volvían de la marcha y estaban allí.
Tuve la suerte el día que llegábamos a Santiago de ver la imagen más espectacular que podría ver nadie: fue ver a 2000 personas entrar en la plaza del Obradoiro con camisetas rojas. Esas 2000 personas que habían hecho el Camino de Santiago conmigo, (aunque de formas distintas, todos lo habíamos hecho). Todos habíamos llegado a nuestra meta y me di cuenta de lo grande y única que es la Iglesia, llena de personas que se mueven en una misma dirección pero distintas, cada una de una forma. Ese mismo día bajé el icono de la Virgen que acompaña a la Cruz de los Jóvenes, y me sentí totalmente protegida por la Virgen. Tuve la sensación que Ella me había estado cuidando durante toda mi vida y en ese Camino no se separó de mí ni un momento.
Tengo ganas de repetirlo porque cada Camino es una lección nueva y una oportunidad nueva, de acercarte al Señor y de dejarte cuidar por la Virgen y por la gente que Él pone a tu alrededor.
- María López de la Osa (Camino 2004)
Yo hice el camino de Santiago en el 2004, fue un año de mucho cambio en mi vida… en un principio no sólo no tenía pensado ir sino que me daba mucha pereza… ahora viéndolo con perspectiva me doy cuenta que es en esos momentos cuando uno tiene que lanzarse a la piscina y decirle al Señor que sí, si no a mis planes sino a los suyos… y eso es lo que hice. Después de ver un vídeo de otros años tuve la certeza profunda de que el Señor me quería ahí… El camino de Santiago es una experiencia de comunión, de estar con y en la madre Iglesia de una manera especial, de poder sacar todo lo que llevamos: los miedos, las dudas… para que él a lo largo de los días vaya dándonos respuestas de maneras inesperadas…
A mí me ayudó mucho a perseverar, a volver más unida a mi parroquia, a conocer a gente nueva, a profundizar en la relación que tenía con mi grupo, con mis amigos, a conocer nuevas personas…
En la parte física también experimenté el cansancio, el aburrimiento… ¡¡¡ que importante es todo esto en la vida de fé!!
Es necesario caminar cuando a uno ya no le apetece, cuando uno no ve el final del camino porque es ahí donde Dios mismo acontece y hace todo nuevo!! pero sí… es cierto que para eso hay que exponerse y dejar que el de al lado te de agua o te curen las ampollas!!
Os animo de corazón a que vayáis si tenéis la oportunidad, quizá no podáis volver a vivirla de esta manera, para mí fue una buena
experiencia y, lo más importante, una oportunidad en que más que miré yo al Señor Él me miró a mí…
Un beso
María